La sociedad sexualizada

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Vivimos en tiempos donde el amor se ha tergiversado de forma enfermiza. La sociedad de consumo, ya de por sí desvirtuada al darnos cuenta de los males que aquejan al mundo (guerras, crisis, pobreza, enfermedades, delincuencia, narcotráfico, drogas sintéticas, alcoholismo, etc.), ha construido alrededor del amor una imagen totalmente ligada al sexo. Para la mayoría de las personas, el amor de pareja es imposible si no hay sexo, pues es una de las cosas «más importantes dentro de una relación», y algunos la consideran incluso la más importante.

Esta visión es aceptada casi universalmente: en el cine, la literatura, la televisión y el periodismo se colabora a construir esta realidad totalitaria. Tristemente, incluso en las escuelas nos educan de esta manera, a menos que se trate de institutos religiosos, donde las cosas a veces resultan peores por la represión derivada de motivos bastante erróneos.

Sí, esta entrada es una crítica a la sociedad sexualizada. Quien escribe estas líneas es agnóstico, por lo que el origen del texto presente no tiene nada qué ver con la religión o la moral derivada de ésta. Por el contrario, lo que se busca compartir es un punto de vista diferente respecto al amor, ese sentimiento que es el más grande que cualquier persona puede sentir. El amor no es equivalente al sexo, y por supuesto que puede existir amor de pareja sin sexo.

Hay que decir que hace muchos ayeres, si bien el sexo era un tabú, las costumbres eran similares a las actuales, aunque veladas, ocultas y reprimidas por motivos sociales y religiosos. Por lo tanto, no vale la pena lanzar una explicación sobre la «degeneración» (vaya palabrita) o cosas por el estilo, pues lo único que ha pasado es que se ha hecho socialmente aceptable «vivir la sexualidad plenamente».

Tras la famosa «liberación sexual», el mundo occidental vivió un vuelco tremendo. Se destaparon costumbres ocultas hasta entonces, las personas comenzaron a vivir de forma más hedonista y miles de sexólogos, incluso hoy en día, invitan a la gente a tener sexo de todo tipo con desenfreno para ser más felices y «no reprimirse». A fin de cuentas, somos animales y tenemos esas necesidades; es la reflexión clásica.

Sin embargo, la pachanga se redujo cuando apareció el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA). Luego de algunos años sin saber nada sobre esa nueva enfermedad, se descubrió que el causante era el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH), el cual puede transmitirse por varias vías, siendo la principal de éstas las relaciones sexuales. Cuando se vio que la eficiencia del condón en la prevención del virus era mayor al 90%, la fiesta continuó… y los contagios también. Eso sí, la esperanza de vida del enfermo se ha elevado por el avance de la medicina.

En general, el humano es muchas veces incapaz de controlar el deseo sexual, sobre todo teniendo en cuenta que vive presionado por su entorno social; existe en la conciencia popular la creencia de que satisfacer sexualmente a la pareja es demostrar nuestro amor por ella. Es por eso que muchísimas parejas basan su relación en el sexo, y fuera de éste no se llevan tan bien o son entes aislados el uno del otro, sin descubrirse por completo. Mujeres y hombres se han vuelto esclavos del sexo.

Peor todavía, hay quienes sacan la frustración laboral y el estrés del día a día a través del sexo con su pareja, convirtiéndolo en un acto donde prácticamente no se muestra amor alguno. Si ambas personas están de acuerdo es algo completamente válido, pero existe el riesgo de construir un fetiche alrededor del acto sexual: la relación ya no es parte del amor, sino otra cosa que exigen la mente y el cuerpo para escapar de la realidad por unos minutos, y cada vez se hace más necesario, como una droga.

«¡Bah, pinche moralista! ¡El sexo es una necesidad y brinda placer natural al ser humano!».

Sí. Es verdad… pero lo cierto es que somos, a diferencia de otros animales, seres racionales. Para construir una relación sana y duradera con la pareja, hay cosas más necesarias que el sexo, como la empatía y el descubrimiento emocional, intelectual y hasta artístico (y espiritual, si es que son practicantes de alguna religión) de la otra persona.

La realidad es que el sexo está sobrevalorado por la sociedad. Se ha llegado a pensar que es vital, fundamental para no envejecer, morir, etc. Cientos de revistas occidentales insisten en estudios que demuestran que el acto sexual aumenta los años de vida, rejuvenece, da felicidad, etc. Sin embargo, hasta ahora nadie se ha muerto por abstinencia.

La publicidad sobreexplota al sexo, al igual que las películas, telenovelas, relatos literarios y… bueno, hasta las bromas y pláticas escolares, laborales e incluso familiares, que en muchos casos están llenas de sexo.

Y como el sexo es tan importante, la imagen también lo es. Por lo tanto, vengan los productos para ser más atractivos, las pastillas para dar más rendimiento, los gastos para ‘mejorar’ la apariencia, etc. El sexo ya lo es todo. No puede existir ni concebirse la sociedad de consumo sin él.

Abundan las casas de encuentros casuales y otros sitios que siguen siendo un foco de infección por las prácticas que ahí se llevan a cabo. Aun con preservativo, y que me disculpen los sexólogos, el tener muchas parejas sexuales implica un riesgo. Y en muchas ocasiones, esta obsesión por el sexo viene a llenar otros vacíos emocionales.

Entonces tenemos un problema que hasta ahora casi nadie quiere mencionar en los medios de comunicación debido a los intereses farmacéuticos, comerciales y publicitarios: existe un mal mental llamado «adicción al sexo», que en muchos sitios de América Latina ni siquiera se conoce (y no abundan las clínicas para atender específicamente dicho problema).

Pero esa adicción no se limita sólo al acto en sí. También puede aparecer en forma de adicción a la masturbación, a la pornografía, a los juguetes, etc. Esta enfermedad es, en buena medida, alimentada por el contexto en el que vivimos. Apenas comienza a aceptarse y conocerse, pero se trata todavía de un tabú (irónicamente). Lo cierto es que estos desórdenes mentales pueden tener consecuencias en otros ámbitos de la vida.

Por todo esto, es momento de replantearse lo que está pasando en nuestra cultura. Teniendo la amenaza de las enfermedades de transmisión sexual y las no tan nuevas pero sí recientemente estudiadas enfermedades mentales relacionadas con obsesiones sexuales, es necesario preguntarse si vamos por el camino correcto como sociedad.

Hay personas que utilizan la energía sexual para realizar otras actividades de valor intelectual y cultural (no sólo físicas). Esta propuesta fue hecha por una de las personas más brillantes de la historia, y que vivió a mediados del siglo XX: Mahatma Gandhi. El libertador de la India expresaba que la gente debía usar su racionalidad y energía para cultivar el intelecto y hacer obra social, sin dejarse dominar totalmente por los placeres carnales.

Lo cierto es que, aunque el motivo de este post no es promover la abstinencia, considero ésta una buena forma de aprender a amar verdaderamente a quien esté con nosotros.

Un buen ensayo al respecto fue publicado en 1980, llamado «El nuevo celibato», escrito por la doctora Gabrielle Brown, quien realizó un extenso trabajo estudiando a parejas que practicaban la abstinencia sexual por largos periodos. En México, este material sólo está a la venta en Porrúa, y no sé a qué «mente brillante» se le ocurrió clasificarlo como libro sobre religión (vaya estupidez, pero bueno). Es cierto que el trabajo tiene puntos criticables, como algunas de sus ridículas «soluciones» para reducir el deseo, pero lo que más vale la pena son los testimonios que demuestran contundentemente algo: es posible vivir sin tener al sexo como una parte primordial de nuestra vida.

Las personas no son objetos sexuales; amarlas va más allá de sentir atracción física. A pesar de esto, respeto las prácticas de cada persona… aquí sólo se emite una opinión de buena fe.

De igual forma, no está de más repetir los consejos de quienes saben más sobre el tema:

1.- Una sola pareja sexual. Con todo y la existencia del condón, ni siquiera éste es 100% seguro. Las prácticas riesgosas por algo llevan ese nombre.

2.- El amor no es sexo. Conoce a la persona con quien quieras compartir tus emociones y momentos íntimos, pero básate en la conexión emocional y empatía antes que en la atracción sexual, ya que una relación basada en eso estará casi siempre condenada al fracaso.

3.- No seas esclavo de tus impulsos sexuales. Cuando te domina y despoja de la racionalidad, el sexo puede convertirse en un problema. Si ya estás en la categoría de «no puedo controlarlo», es necesario asistir al psicólogo.

4.- El sexo no es lo más importante en la relación de pareja, aunque los medios masivos de comunicación se la pasen chingue y chingue con eso.

La mayoría de los periódicos (y todos los sitios web deportivos) utilizan mujeres casi desnudas en sus portadas o contraportadas con tal de atraer el lado irracional de quien consume. Ahora mira la publicidad televisiva… algo anda mal, ¿verdad? Ahí no hay seres humanos, sino objetos fetichizados…

Acerca de Rob McEnroe

Quise ser músico y terminé siendo cualquier otra cosa

Un comentario »

  1. ¡Uf! Han pasado casi dos años y está increíblemente vigente este artículo.

    Hace un par de días estuve conversando con una amiga. Me decía que tenía _ tiempo de no «echarse» a alguien y se sentía deprimida por este hecho. Le comenté exactamente lo que escribes aquí y me recriminó que tenía la mente cerrada por ser tan «religiosa» (soy católica practicante).

    Me parece que más que cuestiones de moral es de sentido común: si estoy buscando en el sexo una forma de llenar un vacío, sea emocional o físico, algo debe estar pasando. No es sano que base mi felicidad en la frecuencia con la que tengo relaciones sexuales. Algo me falta, algo necesito resolver porque, tienes sexo nuevamente y, a los días regresa ese deseo insatisfecho del cuerpo (alma o subconsciente).

    Buen artículo. Me alegra saber que mi pensamiento es racional.

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    • Muchas gracias por comentar.

      Y hay mucha razón en lo que dices. Especialmente en el deseo insatisfecho que puede caer en un círculo vicioso (y peligroso).

      Un saludo.

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  2. Cornelius Maximus

    Espero no sea tarde para dejar un comentario, pero estaría encantado de decir que este artículo no puede estar más de acuerdo con mi forma de pensar (espero no sonar algo individualista). Me alegra que una persona se haya dado el tiempo de explicar con tanta convicción y claridad (además sin ninguna influencia moral y/o religiosa) una de las tantas falencias en el aunto socio-cultiral del mundo que nos rodea. El no hacerlo parecer cómo algo «estandarizado» y dejarlo pasar sumamente desapercibido, pienso que requiere mucha valentía, llegando a tal grado de discriminar o denigrar a una persona que comparta esta forma de pensar. Me encantaría también enfatizar en el hecho de que se haya mencionado [en cuanto al tema del amor] que la «cúspide» de una relación es basarse en la empatía emocional, entendimiento y una especie de «conexión» incluso artística entre una persona y otra. Sin duda, uno de los mejores artículos que he visto hasta ahora, me apena mucho que no sea tan popular esta ideología, la cual, bajo mi opinión no puede ser más objetiva. Mis más sinceros respetos al autor de este artículo.

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  3. Es verdad todo lo mencionado sobre el amor. Lo que está pasando es que sin darnos cuenta vivimos engañados por un mundo sexualidad ,el cual como corriente de un río nos quiere arrastrar, pero lo más preocupante es qué no nos damos cuenta y lo tomamos como algo natural, hemos naturalizado las mentiras. Razonemos y no hay que dejarnos engañar por tanta mentira. Hay una modelo que se tomó una foto amamantando ha su hijo pero lo hizo en ropa interior y causó muchas críticas, su intención era demostrar que es normal que ella amamante. Ella refutó las críticas diciendo que el problema no era ella el problema es que el cuerpo de la mujer se ha sexualizado.(Gran verdad).

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    • Y se ha detonado tanto que hoy en día vivimos una crisis de hipersexualización enfermiza. ¡Las mujeres no pueden salir a la calle sin sentirse acosadas!

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  4. un chaval y ya esta

    A mi me gusta hacer las cosas simples, a veces las complicamos mucho. Yo creo que el sexo es necesario pero tampoco fundamental. Me encanta follar como a todos, pero si no follas pues tampoco te mueres, en mi vida esta mi trabajo, mi familia, mis amigos y mi pareja.
    Y yo hago muchas cosas con mi pareja y ella me cubre siempre como un equipo, no se, si solo buscas a una novia para tener un agujero caliente seguro donde meterla vas mal, si folláis por que os queréis y lo usáis para expresar vuestro amor mola y no se siente algo sucio, es que ahora se lleva mucho eso de pisarles la cabeza y denigrarlas mientras follais, joder eso indica carencias emocionales y cosas psicológicas que yo no entiendo pero que están ahí seguro. Si el sexo condiciona tu estado de animo y tu forma de pensar eres un esclavo!

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  5. He de decir, que hoy me sentía triste por todo este tema de la sociedad sexualizada. Y hasta ahora no había encontrado nada que me hiciese sentirme mejor, o mas bien que me hiciese ver que mi pensamiento no esta tan fuera de lugar aun en esta sociedad.
    Muchas gracias por haber escrito este post, por haber utilizado tu tiempo, esfuerzo y sobre todo tu valentía de compartir este tipo de pensamiento que no todo el mundo, hoy en día lo comparte.

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    • Muchas gracias, Desirée. Un saludo y a ser nosotros mismos en un mundo hipersexualizado.

      Tristemente, las consecuencias de esta hipersexualización son nefastas. Una de ellas es que hoy más que nunca, hay muchos crímenes contra mujeres y niñas.

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